
Partes del Castro
El castro se compone de dos elementos arqueológicos: la zona de habitación (Castillo Cimero y Castillo Bajero), constituida por tres recintos complementarios, y la necrópolis (La Osera), que ocupa parte del tercer recinto y la zona exterior al castro por el sur y sur-este.

Primer Recinto
Se interpreta como el más antiguo, el que habría inaugurado la ocupación del castro. Sin embargo éste es un hecho a comprobar, ya que el primero y el segundo, concebidos a la par, habrían conformado desde el principio una defensa mejor organizada del conjunto del castro. Comparativamente, la diferente factura de la muralla en algunos puntos podría obedecer también a reformas, reforzamientos, etc.
Tiene una superficie de 11,5 ha, íntegramente cerrado por una muralla. Su recorrido se adapta totalmente y con toda exactitud a la topografía del terreno. Por el norte, este y oeste va al borde de la pendiente, que en algunos casos desciende 100 m. Por el sur, las excavaciones recientes han mostrado que la muralla aquí se adaptaba a un resalte del terreno, lo cual, complementado con el foso, producía una diferencia de altura que acentuaba mejor la defensa. Si a ello se unen los campos de piedras hincadas, ya mencionados, y otro, extramuros, en la zona de la puerta oeste, tendremos que las defensas del primer recinto constituían un impedimento de gran trascendencia para su conquista. Evidentemente se trataba de la zona más importante del castro.
Segundo Recinto
Se adosa, como una prolongación aproximadamente rectangular, al primer recinto por la zona sur, uniéndose a éste a través del lienzo de muralla rectilíneo que va de oeste a este. Tiene una superficie de 7,1 ha y cierra completamente un espacio necesario para la defensa del recinto principal.
En la visita señalizada se accede desde el tercer recinto por un espacio ampliamente abierto que constituyó una puerta. A partir de este momento el segundo recinto aparece como una gran explanada.
Tercer Recinto
Tiene una superficie de 10,5 ha, es rectangular y paralelo a la muralla oriental del segundo recinto. Por el norte no remata adosándose a ningún otro muro, sino que muere en el inicio de la fuerte pendiente al arroyo Rihondo. Lo inclinado de la pendiente y su profundidad hacían innecesario cerrar con una muralla por ese punto.
Tuvo tres puertas, cada una de ellas de distinta envergadura. La más importante la sur constituye un pasillo de poca anchura, formado por la muralla, y lo que llamó J. Cabré cuerpo de guardia. El cuerpo de guardia es un lienzo rectilíneo exento, que remata en dos torres cuadrangulares en los extremos, una de las cuales, la que se aproxima al segundo recinto se encuentra completamente desdibujada. Toda la estructura estaba compuesta en ambas caras por un zócalo de piedras cicló- peas de distinta factura y, con objeto de macizarlo, relleno de piedras de corte irregular, más menudas. Su disposición contribuía eficientemente a la defensa meridional del tercer recinto, evitando un ataque frontal al acceso.